‘Un país, una familia, una Rusia’: el Kremlin celebra el aniversario de la anexión ilegal de territorios ucranios | Internacional
A vista de pájaro, la Plaza Roja parecía este viernes la comunión del patriotismo ruso. Miles de personas abarrotaban la enorme explanada para festejar con un macroconcierto el primer aniversario de la anexión ilegal de las provincias ucranias de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, ocupadas por Rusia solo en parte desde el inicio de la guerra. Decenas de banderas rusas ondeaban al viento y desde el escenario los cantantes del Kremlin animaban a corear consignas nacionalistas. Sin embargo, a ras de suelo, la realidad era distinta. Salvo los miembros de algunas organizaciones patrióticas, prácticamente nadie portaba ningún símbolo patriótico y toda la parafernalia la repartían los organizadores del evento. Además, muchos de los presentes admitían haber sido invitados a acudir al evento por sus universidades y empresas, y se contentaban con presenciar un concierto gratis. La fiesta del aniversario se convocó bajo el lema de Un país, una familia, una Rusia.
“La nada, esto es la nada, no me gusta”, respondía con gesto serio un estudiante de tercer curso de la Universidad Sinergiya al que sus profesores forzaron a ir al acto. A su alrededor, cinco compañeros coincidían con esa opinión con una leve inclinación de cabeza pese a la presencia alrededor de policías y muchos desconocidos. Ninguno de ellos quiso compartir su nombre por precaución.
“Teníamos que venir, nos han traído aquí”, enfatizó sin dudarlo un segundo al preguntarle qué hacían allí. Otro amigo recalcaba que “muchos” de los presentes no compartían aquel fervor patriótico del Kremlin, y un tercero se llevaba las manos a la cabeza y exclamaba: “¡¿En serio?!”, al preguntarles en plena Plaza Roja cómo veían la situación en el frente un año y medio después. Mientras se retiraban, indicaban con el ceño fruncido que la guerra iba mal.
Putin decretó esta semana que el 30 de septiembre sería a partir de ahora el Día de la Reunificación de las Nuevas Regiones. Ese día, el año pasado, el mandatario firmó en el Kremlin la anexión de las provincias ucranias de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia, territorios que no controla completamente y en los que las fuerzas armadas de Kiev llevan a cabo ahora una contraofensiva. Poco antes se celebraron en esas zonas unos pseudoreferéndums sobre una integración en Rusia durante cuatro días pese a las bombas, la intimidación de las fuerzas ocupantes y a que la mayor parte de la población ucrania ha huido de sus hogares. Un año después, las fuerzas ucranias prosiguen en su dura contraofensiva hacia el este y hacia el sur para recuperar territorio perdido.
El macroconcierto de Moscú fue organizado este viernes justo después del horario laboral. El canal de noticias de Telegram Mozhem Obyasnit (Podemos explicar, con más de medio millón de seguidores), reveló supuestas ofertas de trabajo de los organizadores de unos 600 rublos por participar como extras en el público. Asimismo, también contó que algunas empresas públicas habían ofrecido transporte gratis a los empleados desplazados al lugar.
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En cualquier caso, otros muchos espectadores acudieron con gusto al macroconcierto patriótico. “Es una fiesta fantástica”, afirmaba Nikolái, un moscovita de unos 60 años que vestía una camiseta del Che Guevara. “Me dieron la entrada en el trabajo y he venido”, admitía antes de señalar que acudía al evento “para apoyar” a los suyos al preguntarle qué piensa de que en esas regiones continúe la guerra un año después de la proclamación de la anexión. “Antes tenía conocidos ucranios, ahora ya no. Antes era mejor”, reconocía.
La Plaza Roja estaba atestada de jóvenes, especialmente estudiantes de universidades y miembros de organizaciones juveniles. Uno de los grupos organizadores, Mega Volontior, indicaba en su web varias instrucciones para acudir al concierto. Una, que el público debía ser “preferiblemente menor de 35 años”, aunque “pueden ser mayores”. La segunda, y más indicativa de que el Kremlin quería tener todo bajo control, el código de etiqueta para evitar símbolos incómodos en pantalla: “No es necesario que lleves ninguna parafernalia, todo te lo entregarán los organizadores en el momento”, agregaba el grupo.
Pocos minutos después de comenzar el festival, mucha gente abandonaba el lugar. Otros ni siquiera llegaron a entrar y solo hicieron acto de presencia hasta los tornos. “Nuestro país se hace más grande”, decía Marina, una mujer de mediana edad de Krasnodar que regaló la entrada a este periodista.
El festival también contó con la presencia de algunos extranjeros, especialmente estudiantes universitarios. Unas jóvenes de la India prefirieron “no hablar de política” con este periódico, aunque sí lo hizo un estudiante mexicano que prefirió mantener el anonimato. Después de dos meses en Rusia, estaba convencido de que la causa de Moscú es justa. “La guerra no es más que una diferente forma de política exterior. Todos los países aplican la guerra de una manera u otra, y me parece hasta cierto punto bueno que Rusia esté en guerra y no desestabilizando otros gobiernos, como hacen otros países. Me parece una postura, si no pacífica, menos hipócrita que la de otros países”, afirmaba este estudiante de Datos, convencido también de que Rusia es un Estado “ordenado”.
El lema del evento era Un país, una familia, una Rusia y ha sido el cuarto concierto oficial a favor de la guerra desde el comienzo de la invasión en febrero de 2022, aunque a diferencia de los tres anteriores, no apareció el presidente ruso, Vladímir Putin, ante el público. El mandatario no acudió a este acto nacionalista porque, entre otros motivos, su agenda del día incluía precisamente una videoconferencia en la inauguración del Foro Rusia-América Latina de San Petersburgo. Durante su discurso, afirmó que Moscú y los Estados latinoamericanos “han tenido tradicionalmente mucho en común en sus puntos de vista sobre las cuestiones internacionales”, y evocó como su seguidor de la Plaza Roja, la figura del Che Guevara.
Putin sí acudió al primer macroconcierto de la guerra, el que tuvo lugar con motivo del aniversario de la anexión ilegal de Crimea el 18 de marzo de 2022 en el estadio de Luzhnikí, donde dividió el país entre “patriotas” y “traidores”.
En el siguiente evento, el 30 de septiembre del año pasado, el Kremlin celebró en la Plaza Roja la proclamación de la anexión ilegal de las cuatro zonas ucranias ocupadas en un desangelado concierto que dejó como recuerdo la exaltación de uno de los propagandistas. “Ten miedo, Viejo Mundo, desprovisto de la verdadera belleza, de la verdadera fe, de la verdadera sabiduría, gobernado por maníacos, pervertidos y satanistas. ¡Ten miedo, hemos llegado! ¡Goidá! (es el momento, en ruso antiguo)”, dijo desde el escenario Iván Ojlobystin, cineasta y exsacerdote ultranacionalista ruso. El último concierto fue organizado el pasado 22 de febrero con motivo del Día del Defensor de la Patria.
El lema del macroconcierto fue criticado por algunos opositores por las reminiscencias de los eslóganes de los regímenes totalitarios del siglo XX. Uno de los protagonistas del evento ha sido Yaroslav Dronov, conocido con el nombre artístico de Shamán, añadía gasolina al fuego pese a la insistencia del Kremlin en que supuestamente la suya es una lucha contra el nazismo. El cantante, de 31 años, ha publicado varias canciones ultrapatrióticas bajo un estilo que imita el nazismo. Uno de sus últimos temas, Mi lucha, ha sido subtitulado en alemán como el libro homónimo de Hitler; y otro tema, Nosotros, grabado precisamente en la Plaza Roja, muestra en el videoclip un abrigo de piel negro y un brazalete con la bandera rusa que evoca el estilo de los oficiales del Tercer Reich.
Mientras miles de chavales presenciaban el concierto de la Plaza Roja, Putin firmaba la llamada de 130.000 jóvenes para cumplir el servicio militar obligatorio. La ley prohíbe que los reclutas sean llevados al frente y el Ministerio de Defensa aseguró este viernes que no combatirán en Ucrania. La llamada al servicio militar, que se produce entre el 1 de octubre y el 31 de diciembre, incluye también a los jóvenes de los territorios ocupados en Ucrania.
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